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Marcos 3, 13-19. Tiempo Ordinario. Cada construcción en el mundo tiene sus cimientos. En la Iglesia... son doce apóstoles.




Del santo Evangelio según san Marcos 3, 13-19

Subió al monte y llamó a los que él quiso; y vinieron donde él. Instituyó Doce, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios. Instituyó a los Doce y puso a Simón el nombre de Pedro; a Santiago el de Zebedeo y a Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso por nombre Boanerges, es decir, hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote, el mismo que le entregó.

Oración introductoria

Jesús, gracias por también pensar en mí, por llamarme y buscarme para que en este momento de oración pueda experimentar tu amor. No dejes que te defraude, dame tu gracia para poder escucharte y cumplir con tu voluntad, siempre.

Petición

Ayúdame, Señor, quiero quedarme contigo, permite que sea fiel a mi vida de gracia.

Meditación del Papa Francisco

Jesús está en medio de la gente, la acoge, le habla, la cura, le muestra la misericordia de Dios; en medio de ella elige a los Doce Apóstoles para estar con Él y sumirse como Él en las situaciones concretas del mundo. Y la gente le sigue, le escucha, porque Jesús habla y actúa de modo nuevo, con la autoridad de quien es auténtico y coherente, de quien habla y actúa con verdad, de quien da la esperanza que viene de Dios, de quien es revelación del Rostro de un Dios que es amor. Y la gente, con alegría, bendice a Dios.

Esta tarde nosotros somos la multitud del Evangelio, también nosotros tratamos de seguir a Jesús para escucharle, para entrar en comunión con El en la Eucaristía, para acompañarle y para que nos acompañe. Preguntémonos: ¿cómo sigo a Jesús? Jesús habla en silencio en el Misterio de la Eucaristía y cada vez nos recuerda que seguirlo quiere decir salir de nosotros mismos y hacer de nuestra vida no una posesión nuestra, sino un don de Él y a los otros (Homilía de S.S. Francisco, 30 de mayo de 2013). 

Reflexión

Cada construcción en el mundo tiene sus cimientos. Ninguna casa puede mantenerse en pie sin fundamentos sólidos. Es por eso que antes de iniciar a construir hay que cavar lo más profundo posible para poner una base sólida a la construcción. Y si se quiere una torre, entonces hay que escarbar muy profundamente para tener un buen cimiento.

Lo mismo quiere hacer hoy Cristo. Su misión es salvar a la humanidad, pero sabe que con una vida tan corta no lo puede hacer. Por eso decide edificar una ciudad, en la que puedan encontrarle en cualquier momento del día. Por eso, después de una noche de oración en diálogo personal con su Padre, pone los primeros fundamentos a su proyecto.

Allí están. Son doce, y hasta hoy se encuentran bien cimentadas esas bases. Se prolongan en la persona del Santo Padre y de todos los Cardenales y Obispos, quienes son los sucesores directos de los primeros apóstoles. En ellos está puesto todo el peso de la ciudad de Dios, y a ellos hay que acudir cuando se necesite. Son los cimientos de la Iglesia. Nos representan a Cristo y hay que seguirlos con fe.

Propósito

Que mi testimonio de vida lleve a los demás a un encuentro con Cristo.

Diálogo con Cristo

Señor, ayúdame a reemprender siempre el camino, quiero ser tu discípulo y misionero y para ello necesito ser fiel, cada día, en los detalles, en las cosas pequeñas, que valen mucho para construir la fidelidad, y por medio de ella, la santidad. Renueva mi decisión de apoyarme siempre en Ti más que en mis propias fuerzas. Que acuda siempre a mis compromisos, a mi formación, a mi dirección espiritual, dispuesto a dejarme moldear por Ti.

Por: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net

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