Luego
de cancelar su presentación del jueves a causa de una intoxicación
alimenticia, el cantautor cubano Pablo Milanés se subió al escenario del
teatro Gran Rex, a 30 meses de su última visita al país, para generar
el estreno mundial de su más reciente disco “Renacimiento”.(Foto
Archivo)
El doble acontecimiento de reencontrar a un referente de la canción iberoamericana y de presenciar el lanzamiento de un nuevo material logró que la sala se ocupara en un 70% de su capacidad.
Algunas dificultades de sonido que apagaban la todavía privilegiada garganta de Milanés, de 70 años, no impidieron que el artista -íntegramente vestido de negro y arropado por la sonoridad propuesta por el director de su banda, Carlos Miguel Núñez Hernández- pudiera repasar su novedad.
Saludando y agradeciendo estar "vivo", fue explicando al comenzar cada tema, a qué tipo de ritmo correspondía, ya que en “Renacimiento” combina el barroco y renacentista con la música tradicional cubana expresada por la guajira, el guaguancó, la conga, el danzón, el changüí guantanamero y el son.
Comenzó con el poema "En paz", del poeta mexicano Amado Nervo, al que le puso ritmo de guajira, continuando con el danzón "Apocalípsis ", la conga "Dulces recuerdos" y las canciones "Los males del silencio" y "Cual si fuera a morir ".
En "Homenaje al changüí", explicó que el género antecedió al son cubano, nació en Guantánamo y dos de sus mayores exponentes fueron Chito Latamblé y Rafael Cambrón.
El son cubano más puro sonó a partir del poema de Ho Chi Minh "Lamento " (cuya traducción fue de Felipe Rodríguez) y finalizó con el guaguancó "Canto a La Habana ".
El recorrido continuó con "Los momentos", "El largo camino de Santiago" y las infaltables y siempre recordadas "Si ella me faltara alguna vez y "De qué callada manera".
Al turno de "Yolanda", pidió que subiera al escenario Fito Páez, pero un asistente le dijo al oído que el rosarino se había retirado y el trovador justificó la partida comentando que el autor de “Ciudad de pobres corazones” había ido al concierto con sus dos hijos.
Para el final eligió "El breve espacio en que no estás" y el público que lo reconoce como ícono generacional, le devolvió otra ovación de agradecimiento a una historia compartida y surcada por obras poéticas, sociales y espirituales.
Esa complicidad y esa gratitud explicaron que la insistencia por más canciones a la hora de los bises, no fueran tan elocuentes al comprobar que Pablo ya estaba agotado por el esfuerzo después de haber padecido el problema de salud que retrasó dos días su presentación.
El doble acontecimiento de reencontrar a un referente de la canción iberoamericana y de presenciar el lanzamiento de un nuevo material logró que la sala se ocupara en un 70% de su capacidad.
Algunas dificultades de sonido que apagaban la todavía privilegiada garganta de Milanés, de 70 años, no impidieron que el artista -íntegramente vestido de negro y arropado por la sonoridad propuesta por el director de su banda, Carlos Miguel Núñez Hernández- pudiera repasar su novedad.
Saludando y agradeciendo estar "vivo", fue explicando al comenzar cada tema, a qué tipo de ritmo correspondía, ya que en “Renacimiento” combina el barroco y renacentista con la música tradicional cubana expresada por la guajira, el guaguancó, la conga, el danzón, el changüí guantanamero y el son.
Comenzó con el poema "En paz", del poeta mexicano Amado Nervo, al que le puso ritmo de guajira, continuando con el danzón "Apocalípsis ", la conga "Dulces recuerdos" y las canciones "Los males del silencio" y "Cual si fuera a morir ".
En "Homenaje al changüí", explicó que el género antecedió al son cubano, nació en Guantánamo y dos de sus mayores exponentes fueron Chito Latamblé y Rafael Cambrón.
El son cubano más puro sonó a partir del poema de Ho Chi Minh "Lamento " (cuya traducción fue de Felipe Rodríguez) y finalizó con el guaguancó "Canto a La Habana ".
El recorrido continuó con "Los momentos", "El largo camino de Santiago" y las infaltables y siempre recordadas "Si ella me faltara alguna vez y "De qué callada manera".
Al turno de "Yolanda", pidió que subiera al escenario Fito Páez, pero un asistente le dijo al oído que el rosarino se había retirado y el trovador justificó la partida comentando que el autor de “Ciudad de pobres corazones” había ido al concierto con sus dos hijos.
Para el final eligió "El breve espacio en que no estás" y el público que lo reconoce como ícono generacional, le devolvió otra ovación de agradecimiento a una historia compartida y surcada por obras poéticas, sociales y espirituales.
Esa complicidad y esa gratitud explicaron que la insistencia por más canciones a la hora de los bises, no fueran tan elocuentes al comprobar que Pablo ya estaba agotado por el esfuerzo después de haber padecido el problema de salud que retrasó dos días su presentación.
Télam
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