Mirá el video | La
mítica banda británica de heavy metal calentó la fresca noche de ayer
con un poderoso show que marcó su novena presentación en el país
-primera en el estadio de River- ante más de 50.000
personas.(Foto:Télam)
Como parte de su gira mundial “Maiden England 2013”, Bruce Dickinson, el carismático vocalista de la banda, junto al bajo de Steve Harris; las guitarras de Dave Murray, Adrian Smith y Janick Gers y la batería de Nicko Mc Brain comenzaron desgranando las notas de “Moonchild”, desatando la esperada fiesta metalera.
El esperado encuentro con sus seguidores argentinos tuvo como escenografía grandes pantallas que mostraban el rompimiento de un glaciar, mientras el escenario lucía decorado con el logo del grupo impreso en blanco, como tatuado sobre el telón oscuro.
Sin embargo, al terminar el tema de apertura, una situación riesgosa se vivió cerca del escenario, ya que la presión ejercida por los fans contra las vallas de seguridad que separan al público de los músicos logró que éstas cedieran.
El desborde ocurrido en medio de un clima de celebración, por fortuna no tuvo mayores consecuencias sobre la seguridad del espectáculo, pero generó nerviosismo en el público, y un parate de casi media hora en el desarrollo del show.
Esta situación obligó al cantante a mostrar su faceta de showman: tocó la batería, musicalizó con su boca cual si fuera un instrumento de percusión, tarareó “My way” y siguió hablando con los espectadores -en una mezcla de claro inglés y mal castellano- señalando que “no queremos que muera nadie en un recital de rock”.
Mientras la banda permanecía sobre el escenario, el batero Nicko Mc Brain también realizó un aplaudido solo con su imponente instrumento, dándole tiempo al personal de seguridad para volver a colocar las vallas.
La sorpresa inicial del público ante esta situación fue transformándose -poco a poco- en molestia para algunos, lo cual se tradujo en silbidos e insultos, aunque la mayoría entendió el problema y aguardó con paciencia la reanudación de la música.
Pasado el tenso episodio, las huestes del metal tuvieron su revancha, “Can I play with madness” aplacó los nervios de la gente, para continuar con “The prisoner”, ya con un público que coreaba los temas, saltaba y bailaba, contagiado de la vitalidad desplegada por la banda y sobre todo por su cantante.
El campo del Monumental totalmente lleno de gente iba tornándose en algo parecido a una verdadera marea humana a medida que se extendía el recital.
Al estallar “The trooper”, en el que Dickinson salió al escenario vestido como guardia real británica, portando una bandera de aquel país, hizo que mucha gente coreara “Argentina, Argentina” y algunos presentes cantaron estrofas de la marcha dedicada a las Islas Malvinas.
Como parte de su gira mundial “Maiden England 2013”, Bruce Dickinson, el carismático vocalista de la banda, junto al bajo de Steve Harris; las guitarras de Dave Murray, Adrian Smith y Janick Gers y la batería de Nicko Mc Brain comenzaron desgranando las notas de “Moonchild”, desatando la esperada fiesta metalera.
El esperado encuentro con sus seguidores argentinos tuvo como escenografía grandes pantallas que mostraban el rompimiento de un glaciar, mientras el escenario lucía decorado con el logo del grupo impreso en blanco, como tatuado sobre el telón oscuro.
Sin embargo, al terminar el tema de apertura, una situación riesgosa se vivió cerca del escenario, ya que la presión ejercida por los fans contra las vallas de seguridad que separan al público de los músicos logró que éstas cedieran.
El desborde ocurrido en medio de un clima de celebración, por fortuna no tuvo mayores consecuencias sobre la seguridad del espectáculo, pero generó nerviosismo en el público, y un parate de casi media hora en el desarrollo del show.
Esta situación obligó al cantante a mostrar su faceta de showman: tocó la batería, musicalizó con su boca cual si fuera un instrumento de percusión, tarareó “My way” y siguió hablando con los espectadores -en una mezcla de claro inglés y mal castellano- señalando que “no queremos que muera nadie en un recital de rock”.
Mientras la banda permanecía sobre el escenario, el batero Nicko Mc Brain también realizó un aplaudido solo con su imponente instrumento, dándole tiempo al personal de seguridad para volver a colocar las vallas.
La sorpresa inicial del público ante esta situación fue transformándose -poco a poco- en molestia para algunos, lo cual se tradujo en silbidos e insultos, aunque la mayoría entendió el problema y aguardó con paciencia la reanudación de la música.
Pasado el tenso episodio, las huestes del metal tuvieron su revancha, “Can I play with madness” aplacó los nervios de la gente, para continuar con “The prisoner”, ya con un público que coreaba los temas, saltaba y bailaba, contagiado de la vitalidad desplegada por la banda y sobre todo por su cantante.
El campo del Monumental totalmente lleno de gente iba tornándose en algo parecido a una verdadera marea humana a medida que se extendía el recital.
Al estallar “The trooper”, en el que Dickinson salió al escenario vestido como guardia real británica, portando una bandera de aquel país, hizo que mucha gente coreara “Argentina, Argentina” y algunos presentes cantaron estrofas de la marcha dedicada a las Islas Malvinas.
La
temperatura del estadio fue in crescendo, así llegó el turno de uno de
los íconos de la banda, “The number of the beast”, con la aparición del
monstruo Eddie, las llamaradas, la pirotecnia y un juego de luces más
cambiante, que invitó a un enorme pogo.Luego siguieron otros clásicos
como “Phantom of the opera”, “Seventh son of a seventh son”, y el
explosivo “Fear of the dark” donde se lució Harris con su bajo y los
punteos en la guitarra de Murray, más el enorme talento del baterista
Mc Brain.
Así fue transcurriendo la noche de la “Doncella de hiero” hasta llegar al final con “Iron Maiden”, para luego dar paso a los esperados bises: “Aces high”, “The Evil that men do” y finalmente “Running free”, en el que Dickinson agitó una bandera argentina.
Las luces se encendieron y la fiesta se terminó, poco a poco la multitud fue dejando el estadio para abarrotar las calles del barrio porteño de Núñez, pero para quienes participaron del ritual metalero, seguramente quedarán por mucho tiempo las imágenes y los sonidos del adrenalínico viernes de heavy metal.
Atrás quedó también la fuerza y el despliegue de las bandas teloneras, los acordes novedosos y satánicos de los suecos de Ghost y la potencia extrema de los estadounidenses de Slayer.
Así fue transcurriendo la noche de la “Doncella de hiero” hasta llegar al final con “Iron Maiden”, para luego dar paso a los esperados bises: “Aces high”, “The Evil that men do” y finalmente “Running free”, en el que Dickinson agitó una bandera argentina.
Las luces se encendieron y la fiesta se terminó, poco a poco la multitud fue dejando el estadio para abarrotar las calles del barrio porteño de Núñez, pero para quienes participaron del ritual metalero, seguramente quedarán por mucho tiempo las imágenes y los sonidos del adrenalínico viernes de heavy metal.
Atrás quedó también la fuerza y el despliegue de las bandas teloneras, los acordes novedosos y satánicos de los suecos de Ghost y la potencia extrema de los estadounidenses de Slayer.
Télam
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