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Evangelio del Día según San Mateo (9, 35–10,1.6-8).

En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas enseñando en sus sinagogas, anunciando el Evangelio del Reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias. Al ver a las gentes se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor». Entonces dijo a sus discípulos: «La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos, rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies». Y llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia. A estos doce los envió con estas instrucciones: «Id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis».

Reflexión: Mt 9,35—10,1.6-8

Hay mucho, muchísimo por hacer…No hay tiempo que perder. No podemos abandonarnos al "ocio elegante", a la diversión, al placer mientras haya sufrimiento, hambre, injusticia y dolor en el mundo. ¡No podemos pasar indiferentes, como si nada de esto tuviera que ver con nosotros!

La desesperanza, el "estrés", la angustia de nuestros hermanos clama; así que no podemos contentarnos con atender solo aquello que nos concierne directamente. ¡No podemos ser egoístas! ¡No basta que tu y los tuyos estén bien! ¡No basta que tu tengas asegurado tu futuro, tus comidas, tu vestido, tus viajes, tus autos, tus vacaciones, tus pasatiempos! ¡No! ¡Eso no basta!

¿Por qué no miras un poco a tu alrededor? ¿No hay acaso algo que podrías dejar de tener, algo que podrías sacrificar para aliviar el sufrimiento, la pena, el dolor o la desesperanza de este, de ese o de aquél? No, no se trata de dar de lo que nos sobra o de organizar, por ejemplo, el descuento automático de una suma, que a manera de impuesto damos periódicamente a una organización. No es que esto sea malo…Por el contrario, ¡es bueno! Pero no es suficiente…Peor es nada, dirá alguien y otra vez estaremos de acuerdo…Sin embargo, eso no es lo que pide el Señor, que espera siempre LO MEJOR de nosotros. ¡Tenemos que ir siempre más allá! No se trata de hacer lo que todos hacen, porque todos lo hacen y como todos lo hacen…Se trata de dar nuestro mayor esfuerzo. La excelencia y el bien estarán en el esfuerzo extraordinario, es decir en aquello que hagamos por encima de lo que hacen todos, de lo que se espera, de lo que es común.

No podemos ni debemos contentarnos con la mediocridad, con los paños tibios, con el menor esfuerzo. Como la viuda pobre, debemos estar dispuestos a dar aun de aquello que necesitamos para vivir. ¡Ese es el mensaje!

El mundo está urgido; no puede esperar a mañana, a que tengas ganas, a que descanses, a que te disipes. Es preciso actuar ahora, procurando aquél esfuerzo extraordinarios que tú sabes, eres capaz de dar. No cejes en el empeño, no aflojes…empuja y contagia tu entusiasmo. Vive hoy como si fuera el último día de tu vida y esfuérzate en todo como si solo dependiera de ti, aunque bien sabes que el Señor, fiel a su promesa, sabrá ayudarte, consolarte y aliviarte, multiuplicando con creces tus esfuerzos, si ellos están encaminados a la Construcción del Reino, a hacer la Voluntad del Padre.

¡Claro, tu actividad y esfuerzo han de tener un norte! Este, en última instancia, ha de ser el amor. Mientras allí dirijas tus esfuerzos, podrás repetir con San Agustín: ama y haz lo que quieras. Recordemos que "la mies es mucha y los obreros pocos". 

Oremos:

Padre Santo, permítenos tomar conciencia de nuestras posibilidades, a fin de no andar deambulando por esta vida como ovejas sin pastor, perdidas y sin rumbo. Por el contrario, que tratemos de hacer todo correctamente, esforzándonos siempre por ir más allá, hasta donde nos alcance el aliento. Aparta de nosotros la pereza, el conformismo y la mediocridad, no por sobresalir, sino porque no debemos desperdiciar ni un solo segundo de este corto día, habiendo tanto por hacer. Perdona nuestras mezquindades y miserias. Permite que nos elevemos, viendo el mundo como Tú lo ves. Que demos gratis, lo que gratis hemos recibido… por Cristo Nuestro Señor… Amén


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