La
pérdida del poder adquisitivo llega hasta el 10 % desde 2007, cuando el
“modelo” llegó a sus mejores indicadores. La Casa Rosada aplica el
impuesto usando parámetros que estaban vigentes en 2001.
“La
falta de ajuste de mínimos para el año 2012 provocaría un nuevo aumento
de la presión tributaria, absorbiendo a la vez un porcentaje no menor
del aumento salarial obtenido respecto de 2011”. Esa porción sería entre
el 12 y el 35 % según los cálculos efectuados por el Iaraf para
trabajadores alcanzados por el impuesto, según sean independientes o
estén en relación de dependencia.
Pero
incluso si el mínimo no imponible sube un 20 %, el impuesto
neutralizaría desde el 1,2 y hasta el 31 % de los aumentos, según los
distintos casos. Los cálculos surgen de un análisis del Instituto
Argentino de Análisis Fiscal que lleva las firmas de Nadin Argañaraz y
Andrés Mir.
La
presidenta defendió en su último discurso el criterio de aplicar
Ganancias sobre los salarios. Cristina Fernández sostuvo que ese
impuesto “existe en todas las partes del mundo”, y que en la Argentina
sólo al 19% de los trabajadores asalariados les corresponde pagarlo. “El
81% no llega a los mínimos imponibles”, aseguró.
Según
el economista Ismael Bermúdez, el estudio del Iaraf revela que un
trabajador sin hijos que gana en mano $ 8.000 pesos, tiene un recorte de
sus ingresos del 7,4%. En 2007, con un ingreso equivalente, el recorte
era de sólo 0,6 %, lo que le multiplicó por 12 la presión fiscal.
Tanto
la inflación como la mayor presión impositiva suponen una transferencia
de los bolsillos de los trabajadores hacia las cuentas del Tesoro que
administra la Casa Rosada. Por la combinación de ambos factores,
Bermúdez calcula que los salarios perdieron entre un 5 y un 10 % de su
poder adquisitivo.
Cuestión de pesos
El
Iaraf explica que mientras el índice de precios mayoristas calculado
por el Indec aumentó entre diciembre de 2001 y abril de 2012 un 425%,
los mínimos y deducciones del impuesto fueron ajustados para
trabajadores casados y con dos hijos en el 380% en el caso de los
dependientes y el 350% para los independientes. Por su parte, los topes
de los tramos de la escala de cálculo del impuesto permanecen
invariables desde el año 2001.
“Una
actualización de mínimos y deducciones inferior al crecimiento de los
salarios nominales -explica- ha provocado que cada año un mayor número
de trabajadores quede alcanzado por el tributo. El congelamiento de los
tramos de escala provoca que aquellos trabajadores que quedan alcanzados
por el impuesto lo hagan a tasas efectivas cada vez mayores para un
similar poder adquisitivo del salario”.
A
manera de ejemplo señala que “un trabajador cuyos ingresos anuales
totales superaban en el año 2001 en un 50% los mínimos, tributaba en ese
entonces el 9% sobre ese excedente. Este mismo trabajador, que en el
año 2011 siguió obteniendo ingresos superiores en un 50% a los mínimos,
pagó por ese excedente una alícuota efectiva de aproximadamente el 18%,
es decir el doble que en 2001”.
Añade
que “la tasa máxima del Impuesto a las Ganancias asciende en nuestro
país al 35%. En el año 2001 comenzaban a tributar esa tasa quienes
percibían ingresos equivalentes a 6,5 mínimos vigentes en aquel período.
Hoy están alcanzados por dicha tasa quienes tienen una remuneración
equivalente a sólo 2,1 mínimos actuales”.
Autónomos
Iaraf
advierte que “también se ven sometidos a esta presión tributaria
creciente pequeños comerciantes, productores agropecuarios,
profesionales independientes y todos aquellos contribuyentes que
obtengan cualquier tipo de ingresos gravados por el tributo, con el
agregado de que los mínimos y deducciones para estos contribuyentes son
muy inferiores; a tal punto que un soltero sin hijos comienza a tributar
a partir de ingresos mensuales de $ 2.160, y un casado con dos hijos
desde los $ 4.560 mensuales, además de hacer su correspondiente aporte
al sistema jubilatorio mediante el pago de autónomos”.
La renta financiera no paga impuestos
Según
la presidenta, “sólo al 19% de los trabajadores asalariados les
corresponde pagar el Impuesto a las Ganancias”. Eso significa que, en la
versión oficial, el 81 % de los trabajadores no pasan de salarios de $
5.782 para el caso de solteros sin hijos, o de $ 7.998 para un casado
con dos hijos cuyo cónyuge no perciba otros ingresos.
Esa
nominalidad le da fundamento a la posición presidencial. Pero la
mandataria limitó su análisis a la redistribución dentro de la masa
salarial de los trabajadores sin revisar el propio criterio de
redistribución a partir de la presión fiscal sistémica. El salario
también paga tasas de IVA altas a la hora de comprar productos de la
canasta básica; ése es sólo un ejemplo de un esquema fiscal que no se
cambió en este “modelo” respecto de los ‘90.
El
centro Cifra de la CTA expuso en las conclusiones de su último informe
que “no hay razones económicas ni de justicia distributiva que
justifiquen que quienes obtienen rentas financieras no paguen Impuesto a
las Ganancias, mientras que sí lo hacen los trabajadores de mayores
ingresos y los empresarios que se dedican a actividades agropecuarias,
industriales y de otros servicios. La eliminación de estas exenciones
sería, además, una forma de terminar con un incentivo artificial a las
actividades financieras por sobre las productivas”
El Litoral
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