Foto: DYN-El Litoral | |
La cantante estadounidense ofreció este domingo a sus fanáticos un espectáculo que nunca olvidarán, con una notable puesta en escena en la que se destacaron la escenografía y la labor de su ballet.
La cantante estadounidense Britney Spears ofreció anoche un show inolvidable en el que convirtió al estadio Único de La Plata en una gigantesca discoteca, gracias a las canciones de sus tres últimos álbumes, y a una notable puesta en escena en la que destacaron la escenografía y la labor de su ballet.
La otrora princesita del pop- hoy una mujer de 29 años y madre de dos hijos- pagó con creces la espera de más de 10 años de sus fans argentinos, con un concierto en el que no le dio descanso al público y para el que trajo toda la parafernalia que despliega en conciertos en el Primer Mundo.
Pero así como su vida cambio, también los gustos musicales de Britney han cambiado y sus últimos discos en especial “Femme Fatale”, están empapados de un pop electrónico apto para discotecas o para clases de step en un gimnasio.
Por eso esta noche faltaron algunos hits y clásicos de sus primeros dos discos, quizás los enmarcados en el pop más tradicional, pero que Britney grabó cuando era una adolescente y antes de su dos matrimonios, de sus dos embarazos, de unos años de locura y excesos.
El camino para esta mujer ha sido largo, ya que fue un icono pop adolescente explotada por su madre, manager y compañías discográficas, de los que se libró a fuerzas de ataques de pánico, locura, paraguazos y la desaparición por un par de años de la escena musical.
Pero en 2007 con “Blackout” y en 2008 con “Circus”, Britney comenzó a transitar el regreso a la cima que se concretó con ôFemme Fatale“ y hoy comparte ese podio con Madonna, Lady Gaga y la morena Rihanna, mientras decenas de competidoras y clones quedaron en el camino.
Britney no es una gran cantante ni quiere serlo, pero ha logrado vender más de 100 millones de discos, a fuerza de carisma, simpatía, mucho sex appeal y jugueteos eróticos en video clips y coreografías.
Esta clase de fenómenos surgen en la era de MTV, del Pro Tools -que puede hacer sonar una banda de barrio como una gran orquesta-, del Autotone -un programa que usan los ingenieros de sonido para hacer que un rottweiler parezca Enrico Caruso cantando-, pero logran mantenerse con el correr de los años por merito propio. Y en ese pequeño grupo entra esta cautivante blonda nacida en el pequeño pueblo de Kentwood en Luisiana.
Ya no es la lolita que enloqueció y dejó al borde de la pedofília o el estupro a millones de aspirantes a profesor Humbert allá a finales del siglo XX, hoy es una mujer de curvas sugerentes, que derrocha simpatía, pero que además tiene un sex appeal que solo Madonna supo tener en sus mejores épocas.
Por que tiene con que justificar su andar, es que Britney se paseó a lo largo del show con una malla de strapless plateado, body rojo y negro, con una bikini dorada y después con un coqueto pequeño short de jean, que dejó más que satisfechos a los padres que habían acompañado a las miles de adolescentes y púberes que gritaron toda la noche en el Único de La Plata.
El negocio es ese, las chicas compran los discos, copian pasitos de baile, adquieren todo el merchandising habido y por haber, pero padres y hermanos mayores se han devorado los calientes video clips que Britney suele grabar.
Acompañada por un notable cuerpo de bailarines que utilizó una vestuario diferente en cada canción y por apenas un par de músicos, que estaban al mando de teclados, sintetizadores Mac‘s y laptops, la estadounidense convirtió le dio marcha durante una hora y media a las 30 mil personas reunidas en el estadio.
En un escenario con grandes tarimas, con plataformas que se levaban y luego descendían hasta por debajo de la línea de la visión, la cantante se desplazó con autoridad abriendo el concierto con canciones como “Hold it against me”, “Up n‘ down” y “3”, todas de “Femme Fatale”.
Mientras la idea del concierto es meter a la gente en una película donde Britney es perseguida por un acosador y biógrafo despiadado, pero también por paparazzis y la prensa amarilla, víctima favorita de gran parte de las letras de las canciones de la cantante.
El video de este acosador abrió el concierto y se metió cada tres o cuatro canciones permitiendo darle un hilo conductor al show y a su vez a la artista a cambiar la escenografía y el vestuario.
La noche tuvo su primer clímax con el terriblemente discotequero “Big Fat bass” compuesto por William de Black Eyed Peas que apareció en pantalla cantando junto a la cantante, que luego se subió a un buggie playero rosado, vestida con un top rojo y negro para “How I Roll”.
En la sensualmente cadenciosa “Lace and leather” Britney hizo subir a un fan local, Alfonso, que vio como su idola y sus bailarinas se movían seductoramente a su alrededor hasta quedar atrapado por las piernas de Spears.
Los hits siguieron de la mano “If u seek amy” -en la que homenajeo a Marilyn Monroe y su celebre escena de la pollera levantada por el paso del subte en “La comezón del séptimo año”, “Gimme More”, donde emergió con una bikini dorada, disfrazada de una faraona a la que trasladaban en un barco egipcio.
Luego de hacer bailar a todos con “Drop dead beautiful”, Spears volvió al pasado para interpretar la única balada de la noche “Don‘t le me be the last to know” de su segundo disco “Oops!... I Did It Again” (2000), a la que le siguió “Boys” que los Neptunes compusieron para su tercer álbum.
El hit iniciático “Baby one more time”, tuvo una versión acelerada a la que siguió el cover de Britney de “S&M”, el hit de Rihanna, donde la morena habla de una relación sadomaso, no solo entre amantes, sino entre ídolos pop y la prensa del corazón.
A esta altura, el director de cámaras del concierto se había regodeado varias veces con el archifamoso y sexy ombligo de Britney y con su cola, enfundada en una bikini negra y luego dorada.
“Trouble for me” y “I‘m slave 4 U” sonaron casi enganchados y al finalizar la cantante se tomo unos segundos para mirar al publico extasiado e invitarlos a dar más con “I wanna go” y “Womanizer”.
Para los bises emergió vestida como una geisha con un kimono corto e interpretó “Toxic”, mientras los varones de su cuerpo de bailarines se vestían como ninjas fashion, luciendo largas lanzas.
Britney aprovechó para cambiarse y ponerse un corto vestido de strapless negro para hacer saltar a todo el estadio con el alocado bombo en negra de “Till The world ends” de su último disco “Femme Fatale”, que finalizó con un video de la cantante Nicki Minaj, rapeando las últimas estrofas de la canción.
Con la cantante despidiéndose agradecida, los fans gritando con igual sentimiento y explosión de fuegos de artificio, más papel picado plateado cayendo por todo el estadio, la primera noche de Spears con los fans argentinos había llegado a su fin.
Más que satisfechos se fueron los miles de fans, a los que no les importó a la lluvia que comenzó a caer, minutos después de finalizado el show, ya que había presenciado como su idola dejó atrás tiempos convulsionados y atraviesa un gran momento en su carrera.
Fuente: Télam
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