INXS | Foto: Exitoína | |
Unas 30 mil personas disfrutaron anoche en el club GEBA del encontronazo entre dos propuestas tan disímiles como las que presenta los estadounidenses de Sonic Youth y los puertorriqueños de Calle 13, pero a la vez tan válidas artísticamente y tan ricas en su sustancia.
La segunda jornada del Personal Fest fue una gran mescolanza de estilos y formas, algo quizás prohibido para la ortodoxia rockera, pero a su vez permitió la mezcla de públicos, de estilos y de caminos en búsqueda una definición sonora.
Para la ortodoxia rockera, la propuesta de los programadores de mezclar el noise de Sonic Youth con el sonido bien latino de Calle 13, el reggae de Damien Marley, con los clásicos de INXS, resulta una herejía, pero también una gran idea para derribar los levantamientos de muros ultraconservadores que apuesta a la creación de tribus y a su no convivencia.
Los Calle 13 son una banda en ascenso en la Argentina, que con su propuesta de rock alterlatino han tomado la posta dejada por los Fabulosos Cadillacs, Manu Chao, Todos Tus Muertos y Bersuit Vergarabat, y con sus agregados de ritmos caribeños parecen anunciar un reinado de varios años.
Anoche fueron uno de los más convocantes, por su riqueza y variedad rítmica, por su mensaje combativo y contestario, pero además por el carisma de René, su cantante, mitad de la fuerza motora de la banda.
Calle 13 nunca fue un grupo de reggaetón, en su ADN hay merengue, salsa, hip hop, rock combativo, ska y por esa razón tienen una banda integrada por 11 músicos, entre bronces y percusionistas.
Obviamente, René con su carisma todo lo devora y su hermana Ileana Cabra hace lo mismo con su gran voz y su incansable baile, pero es justo destacar lo que Eduardo Visitante hace como director musical, que Mark Rivera aporta el rock desde su guitarra eléctrica y el sabor que los tres bronces cubanos le dieron a la noche.
Sin dejar ni un segundo de lado la arenga política y las críticas a los “enemigos de la unidad latinoamericana” por el setlist de Calle 13 fueron pasando canciones como “Vamo` a portarnos mal”, “No hay nadie como tu”, “Ven y critícame”, la bonita “Un beso de desayuno”.
Calle 13 dedicó la comprometida “Una bala” a la memoria de Facundo Cabral e invitó a Pedro Aznar a cantar con ellos en “Latinoamérica” y en “Canción para un niño en la calle”, antes de dejar a la gente agotada de tanto bailar.
Unos minutos después, otra ceremonia, más rockera por su vestimenta, se inició en el escenario de al lado, cuando con humildad y en silencio Thurston Moore, Lee Ranaldo, Kim Gordon, Steve Shelley y el bajista Mark Ibold subieron al escenario.
Allí estaban, varios años después de su primera visita a la Argentina, los padres del movimiento sónico que se abrió en los `90 en la escena mundial, quizás los padrinos del grunge y los músicos que motivaron a un par de generaciones de colegas a tomar un instrumento y querer volcar anhelos y frustraciones en él.
Los Sonic Youth le enseñaron a rockear a Nirvana, a la movida No wave, a My Bloody Valentine, a Ride, inclusive a los argentinos El Mató a un policía motorizado, a fuerza de trabajar la música desde la mirada menos ortodoxa posible.
Los neoyorkinos rechazan la gimnasia onanista que tanto cunde en el heavy metal y en el jazz y apuestan construir su camino desde el acople, la desafinación y la tortura de una nota por varios minutos.
Todo esto, mientras su público deja que la música lo lleve a un cuelgue buscado y deseado después de 11 años, maravillado por el trabajo principalmente del trío Moore-Gordon-Ranaldo.
A lo largo de sus casi 30 años de carrera, Sonic Youth desechó la posibilidad de componer o construir un hit porque su búsqueda pasaba por la experimentación, por el ensayo y error, por la pifia y la generación de ambientes.
Abrieron el concierto con “Sacred Trickster” y “Calming the snake” de su último disco “The Eternal” y en esos minutos la banda dio rastros de su búsqueda cuando tocaban sus guitarras con pequeños arcos de violín, descargando una tormenta sonora.
Canciones a dos bajos entre Gordon y el ex Pavement Mark Ibold, para armar una base con el demoledor Shelley en la batería y así permitir que Moore y Ranaldo abran infiernos y desaten tormentas en canciones en las que el estribillo está ausente casi por dogma.
Así fueron pasando canciones que van de los dos minutos y medio a los 11 como “Cotton Krown”, “Sprawl”, “Hey Joni” y el paroxismo al que llevaron a la gente uniendo “Tom Violence” con “White Cross” de los discos “Evol” y “Sister” de finales de los `80.
Moore concluyó “White Cross aporreando su guitarra con un ventilador de pie, mientras que en la clásica “Death Valley 69”, Ranaldo se despachó con largo solo de pedales, cables y golpes a su guitarra.
En una noche de cielo despejado, la tormenta la desataron estos músicos sobre el escenario, en la que podría ser una de sus últimas giras, que además ofrendaron una experiencia notable para quien quisiera oírla.
Aunque tocaron temprano, quienes parecieron ser los más convocantes de la jornada fueron los australianos de INXS, que concretaron su enésima visita a la Argentina, ahora con su cuarto cantante, el irlandés Ciaran Gribbin.
Suplantar a un frontman con el carisma, la voz y el sex appeal de Michael Hutchence -fallecido en 1997- es muy complicado y los australianos llevan 14 años y tres vocalistas intentándolo, con un resultado muy negativo que casi los ha convertido en una banda tributo de si mismo.
La apuesta por Gribbin pasa por una resurrección desde lo musical, ya que al irlandés lo precede su currículum como compositor e instrumentista que ya trabajó con artistas como Madonna y Snow Patrol. Es evidente que los hermanos Andrew, Jon y Tim Farris -nuclea duro de INXS- apuestan a que este músico genere una nueva química en el estudio y la sala de ensayo para `parir` nuevas canciones.
El show sonó como si fuera un CD, Gribbin eludió repetir formas, movimientos y estilos de Hutchence y se propuso entrar en la gente desde otro lugar, mientras la banda iba desgranando una hit tras otro, que deben haber llevado a algún ejecutivo de una discográfica a derramar más de una lágrima.
Es que la industria ya no ofrece más discos como “Kick” o “X” de los INXS, de los cuales se llegaron a extraer hasta siete singles que estuvieran rankeados en los cinco temas más escuchados en las radios de EEUU y Gran Bretaña. Esos tiempos pasaron e Internet y la piratería no quieren que vuelvan.
Así pasaron la noche casi 30 mil personas que se dieron cita en la sede San Martín de GEBA para la segunda y última jornada del Personal FEST 2011, que volvió a destacarse por su variopinta programación.
Adrián Mouján | Télam
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