Hay 700 mil jóvenes que ni estudian ni trabajan. Alrededor del 10% de la población entre 15 y 24 años sale del sistema.
En la última década la economía argentina se recuperó de la crisis, los niveles de ocupación crecieron y el presupuesto educativo actual triplica al anterior. A pesar de ese marco, surge la realidad de unos 700.000 jóvenes, de entre 15 y 24 años, que se engloban dentro de la problemática denominada Generación Ni-Ni, que "ni estudian, ni trabajan". Se trata de un fenómeno que afecta también a las sociedades de países altamente desarrollados, en Europa, Asia y Estados Unidos, y que aquí representa al 10% de la población juvenil, o uno de cada 10. La situación se agudiza en los estratos sociales de menores recursos, donde los jóvenes lejos de las escuelas y los puestos de trabajo representan el 15%.
Los datos estadísticos forman parte de un estudio realizado por Sel Consultores. "Un tema que ha adquirido importancia desde los años noventa, y que va en contra de los objetivos de inclusión social, es el de los jóvenes que no estudian ni trabajan. Estos constituyen un caso extremo de exclusión, y probablemente como consecuencia de ello, una base principal de la violencia social", afirma el trabajo, agregando que "el problema es especialmente serio en los sectores de menores ingresos". En ese sentido, se afirma que "en el cuartil inferior, la proporción de jóvenes de 15-24 años que no estudian ni trabajan es de 15%".
"Es difícil explicar el crecimiento de los jóvenes en situación de exclusión extrema, pero posiblemente tiene que ver con su bajo capital humano. La mayoría son desertores tempranos del sistema educativo. Lo que les dificulta competir en el mercado laboral", sostuvo Ernesto Kritz, que dirigió el trabajo de la consultora.
En diálogo con Diario Popular, el sociólogo Carlos De Angelis trazó una relación concreta entre el fenómeno y las políticas de los años 90. "Estas son las consecuencias directas de aquellos años de neoliberalismo. Hoy España vive una situación de crisis, con destrucción del aparato productivo, falta de empleo y un Estado que se ausenta. Seguramente, padecerán en 10 años problemas de violencia, deserción o escolar o situaciones como las que tenemos ahora en Argentina. Es fundamental el rol de las instituciones educativas, porque se requieren de abordajes y seguimientos distintos al clásico esquema escolar", dijo el especialista.
"Quienes más sufren estos problemas son aquellos que se encuentran en los sectores de menores recursos. Muchos sumergidos en un paradigma de pobreza del que es muy difícil salir, a pesar de los esfuerzos personales. Aquí aparece la falta de perspectivas y un entorno que no potencia, sino que muchas veces atrapa, sumerge. El automatismo de la escuela tradicional requiere de chicos que vayan y sean acompañados por su familia, pero esto muchas veces no ocurre, porque se quebró ese contrato. Por ello, es necesario que se desarrollen otros abordajes educativos, más complejos", señaló De Angelis.
Finalmente, el sociólogo explicó que "los jóvenes que salieron del sistema educativo llevan todas las de perder, quedan afuera del sistema, porque no sólo saben menos sino que pierden posibilidad de cumplir funciones sociales, y sus opciones son realmente escasas, o nulas".
Un vacío judicial que preocupa. El abogado Jorge Neville sostuvo, al analizar la situación con jóvenes en conflicto con la ley penal como desprendimiento del fenómeno de los "Ni-Ni", que "hace falta mucho desarrollo de las posibilidades de la justicia, formando al personal para lograr mejores resultados respecto a las causas con chicos", precisando que "no se trata exclusivamente de recursos, sino de experiencia, porque se cuenta con herramientas legales pero no hay profesionales que conozcan en profundidad la problemática".
"Hay un vacío grande que no se está atendiendo, por ello surgen problemas mayores que derivan de episodios que podrían resolverse en el origen. Hay que trabajar mucho, con las instituciones y la sociedad civil", sostuvo el letrado.
Fuente: Diario Popular
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