Foto: El Litoral | |
El rosarino apeló a una “artillería pesada” de hits y, de la mano de su potente banda, sacudió a los miles de asistentes a la última noche del festival.
“Psicodélica star de la mística de los pobres. ¿Qué será eso?”, bromeó Fito Páez sobre su propio concepto, el que abre “Circo Beat”. Y siempre hay algo del orden de lo indecible en toda mística, entre ellas la que une a un artista y su público, a través de un puñado (o más) de canciones.
Y es que más allá de los destacados artistas que actuaron en los días previos, Paéz era sin lugar a dudas la figura central del evento, el encargado del cierre de tres días de Música en el Río. Y el rosarino eligió soslayar las versiones de su último disco, “Canciones para Aliens”, y recurrió a una batería de éxitos para animar la más de una hora y media que duró su tránsito sobre el escenario de la Costanera.
Su ascenso se produjo tras las actuaciones de Parteplaneta (ganadores del concurso de bandas), Coki and the Killer Burritos (la banda de su amigo y guitarrista Coki Debernardi) y Manuel Moretti al frente de Estelares. Formal, de traje, corbata y zapatos negros, se puso al frente de piano decorado a lo Jackson Pollock y su “banda del Bicentenario”: Debernardi y Daniel “Dizzy” Espeche en guitarras, el Killer Burrito Eloy Quintana en bajo, Carlos Vandera, en guitarra acústica y coros, Juan Absatz y Diego Olivero en teclados y coros, y el santafesino Gastón Baremberg en batería (muy elogiado por su jefe en el final).
Etapas
La velada abrió con los frescos “Folis Verghet”, “Confiá” y “Tiempo al tiempo”, para remontarse hacia el pasado con “El chico de la tapa”, con Páez saltando por primera vez como frontman hacia la pasarela que corona el escenario. De ahí, saltó al tiempo de sus idas y vueltas con Joaquín Sabina y “Llueve sobre mojado”.
“Un problemita de sonido no empañará una noche maravillosa”, fue su referencia a algunos inconvenientes de monitoreo. Un sutil devenir pianístico abrió “11 y 6”, muy coreada por los presentes. De ahí a “Circo Beat”, con la letra ya definitivamente cambiada (“yo me muero por Fabiana Cantilo”) y uno de los solos vistosos de Espeche.
Piano man
“¿Hacemos un pianito solo, un poquito, y sacamos los bichos?”, fue el comentario del solista, para dar paso a un enganchado de clásicos. Así pasaron “Dale alegría a mi corazón”, “Cable a tierra”, “She’s Mine”, “Las cosas tienen movimiento” (“siempre estarás, Luis Alberto, en mí, y en todos nosotros”) y “Un vestido y un amor” (con la gente cantando sola al final, dirigida por el artista desde la pasarela). “Salud, Santa Fe”, brindó Fito con agua.
La vida y los años
¿Cómo seguir un show después de ese momento? Eso no pareció ser un problema para Rodolfo. Ahí volvió la banda, para ejecutar “El Diablo de tu corazón”, escrita mucho antes de la reelección de Macri y de que se arme la podrida mediática.
“Entre la ley de las estrellas y la ley del Talión se inscribe ‘La Ley de la vida’”, presentó dicha canción, como habitualmente; tras ella estalló “Naturaleza Sangre”, para luego bajar al slow tempo de “Al lado del camino” (ya adaptada la letra a “el tiempo a mí me puso muchos años”).
¿Cómo escuchan atrás? ¿Está todo bien?, preguntó, elogió al sonidista Mariano López y dedicó a “la chica más loca de allá atrás de todo” “Polaroid de locura ordinaria”, con muchos coros en su tramo final (“Sangró, sangró, sangró y se reía como loca, no he visto luz ni fuerza viva tan poderosa”).
Energía
Las guitarras y los teclados nunca dejaron de sostener un acorde pedal, mientras Páez se colgaba su Gibson SG negra y comenzaba a dar las buenas noches a diferentes ciudades, empezando por Resistencia, y pasando por siempre por New York, Murcia, París, Estocolmo y otras, hasta terminar obviamente en “buenas noches Santa Fe”, anunciando la virulencia rocker (instrumental y letrística) de “Ciudad de pobres corazones”.
Ahí Espeche tendría otro lucimiento: en medio del solo Fito le propuso intercambiar sus instrumentos (el de él tenía una conexión inalámbrica) para que Dizzy pueda irse de “guitar hero” y tocar con los dientes en la pasarela, rodeado de gente.
“A rodar la vida” cerró ese set, con sus “shananas” y sus coros, agites y revoleos populares. Con su “chau, hasta mañana” vino la primera despedida.
El final
La vuelta sería de traje sport blanco y zapatillas blancos, con remera con lengua stone y gafas de marco bien rojo. La canción elegida fue “Dar es dar”, e incluiría el segundo homenaje a Spinetta, su compañero en “La la la”.
“A ver si escuchan en Rosario”, fue la chicana durante la introducción “Mariposa Tecknicolor”, una nueva invitación a la masa para cantar y saltar. “Muchas gracias, hermanos de Santa Fe”, “me quedaría vivir con ustedes” y “los quiero para siempre” fueron algunas de las frases que usó Fito para despedirse, antes de ir a la escueta pasarela para la (complicada) reverencia final.
“Fito no se va, y Fito no se va”, clamó la multitud. La despedida a cargo del hiperkinético animador del festival, y los asistentes desenchufando los teclados, confirmaron el fin de fiesta y el inicio de la caravana por el bulevar, con los oídos llenos de canciones.
Por Ignacio Andrés Amarillo | El Litoral
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