Si por ahí un alto funcionario K te sopla al oído un plan B que dice: "Scioli Presidente, Randazzo Gobernador", quizás le pedís un control de alcoholemia para saber si está en sus cabales. Pero si lo escuchás tres veces en una semana, ya sabés que algo está cambiando en el entorno Presidencial. (Foto: Diario Veloz)
Si Cristina Fernández quiere despedir a funcionarios de sus gobiernos y no puede hacerlo, ¿significa que está perdiendo poder en el propio corazón de su gobierno? ¿Qué es y quiénes son los monjes negros que toman decisiones por sobre su autoridad?
Un episodio con Florencio Randazzo que ocurrió hace casi dos años. Estaba construyendo su nuevo "ranchito´" en sus campos natales de Chivilcoy, cuando un día les dijo a sus obreros que les daba una jornada libre. Que al otro día no viniera nadie. Sonaba extraño, algo ocurriría en el lugar.
Cuando un político de alto vuelo -oficialista u opositor- construye o reforma a gran escala una propiedad, los obreros de la UOCRA que trabajan en ese proyecto tiene informado a su jefe Gerardo Martínez lo que ahí ocurre. Son las viejas mañas de alguien que conoció y mucho -como Martínez- el valor de la información confidencial tanto en dictaduras como en democracia.
Cuando el capo de la UOCRA supo que los trabajadores tenían un franco obligatorio pero que igual se les pagaría la jornada no trabajada, supo que eso lo tenía que informar a algún estrato del gobierno nacional.
¿Qué ocurrió al otro día? Llegó a Chivilcoy otro oriundo de esa ciudad, el jefe máximo del multimedio qué tanto desvela al gobierno, y se dirigió de una a lo de Randazzo en un encuentro privado que nadie sabe de qué se habló, pero que en Casa de Gobierno se ignoraba.
Como el ministro no informó a la Presidente de su encuentro, lo suyo se consideró alta traición. Fue como si San Pedro recibiera en el cielo a Lucifer sin decirle nada a Dios. Estás nominado.
Al final se dijo que Cristina Fernández haría cambios profundos a fin de año, y Randazzo sería uno de los evacuados del gobierno. También se hablaba en voz alta que el vice Amado Boudou sería víctima de un golpe, a pedido de Máximo Kirchner -lo tiene entre ceja y ceja y nunca deja de repetirlo-, aún antes de desatarse el escándalo de Ciccone.
No ocurrió nada de lo previsto. Muerto Néstor Kirchner, comenzaban a tomar vuelo en las inmediaciones del "cristinismo" los nuevos monjes negros.
Al menos en política argentina, esos personajes son quienes no se hacen ver en público más de la cuenta pero ostentan el poder suficiente como para tomar decisiones por encima de todos. Enrique Nosiglia tenía en su momento casi o más poder que Raúl Alfonsín. Eduardo Bauzá fue el monje negro del menemismo. El ex interventor de Canal 7-ATC, Horacio Frega, cuenta que en una ocasión Carlos Menem le ordenó una operación de prensa delicada. Frega lo tuvo que ver a Bauzá (Secretario general de la Presidencia), quien le respondió: "Decile al Presidente que cuide a sus hijos que no hagan más macanas y se deje de pensar estupideces". Cuando el riojano se enteró la respuesta bajó la cabeza y guardó silencio.
Un monje negro fue, el caso más claro, quien se dio cuenta en el Vaticano que el Papa Juan Pablo I (Albino Luciani) iba a ser un problema más que una solución, y tomó la decisión de hacerlo envenenar. Solo treinta y pico de días en el trono de San Pedro y la revolución que Luciani pensaba hacer en Roma quedó en la nada, igual que su vida. Podés descargar gratis la obra cumbre que cuenta esta conspiración, "¿Por voluntad de Dios?", del escritor inglés David Yallop y deleitarte sabiendo cómo actúan los monjes negros.
Sergio Berni y Nilda Garré estuvieron un par de veces en la nómina de renunciados, se quieren entre sí como Jorge Rial y Diego Maradona. Odio total. Pero el equilibrio en que levitan los monjes negros es precisamente cuando cohabitan bajo el mismo techo varios enemigos y ellos se encargan de neutralizarlos.
¿Cristina tiene hoy ella, en sí misma, el poder suficiente como para despedir a alguno de sus ministros sin depender de la opinión de su cada vez más pequeña "mesa chica", encabezada por Carlos "Chino" Zannini?
De esas entrañas del "Chino" sale la idea de preservar la idea de ese Plan B: Scioli Presidente, Randazzo Gobernador.
Por ahí se lo denomina un "Cristinismo sin Cristina", y si el Ministro oriundo de Chivilcoy se atrevió a mencionar la masacre de Once cuando el tema era tabú en labios oficiales, es porque sabe que está bien respaldado aunque a la Presidente le disguste sobre manera la mención.
Randazzo apunta a esa fórmula a sabiendas que la re re ya está muy distante, con demasiados frente de tormenta abiertos desde el gobierno como para cicatrizarse en las próximas elecciones legislativas.
¿Y Sergio Massa, no estaba también para gobernador de la Provincia? Sí, imagen buena no le falta, pero es un enemigo a futuro de Scioli y eso a un hombre ambicioso no le gusta.
Alguna mente conspirativa supone que el tiroteo brutal de los barras de Tigre en el propio reducto de la "Miami del Delta" no fue casual. ¿Por qué se trenzaron entre ellos y después contra la policía alrededor del estadio y no en inmediaciones de River Plate, como se suele dar en estas circunstancias?
De pronto el terror asoma en una localidad que se precia de haber hecho mucho en su lucha contra la inseguridad, y justo en tiempos que se debaten los planes de un cristinismo sin Cristina.
Claro, lo sucedido en el Club Tigre es solo una teoría conspirativa. El resto de lo que ocurre en el poder, no tanto.
Por Jorge D. Boimvaser | Diario Veloz
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